By Rosa Marquetti Torres | Desmemoriados.com – Febrero 12, 2024
Por estos días de febrero, hace 50 años, se grababa Celia & Johnny (XVS-31), el primer album con Fania Records en la discografía de nuestra Celia Cruz. Por elección propia, lo hacía de la mano del famoso flautista, compositor, arreglista y productor dominicano Johnny Pacheco. Aquellos días de 1974 los protagonistas de esta historia estaban muy lejos de imaginar el alcance y posterior trascendencia de ese disco, aunque visto desde hoy, podría decirse que era predecible: con Celia & Johnny, la cubana recolocaba la tradición sonera y guarachera en una nueva dimensión, que era a la vez su propio reto: apuntaba a la conquista de nuevas audiencias, diferentes en el sentido etario y de origen, expuestas no solo a sus propias tradiciones musicales, sino sobre todo a los procesos renovadores del rock y el pop que transcurrían desde la década anterior.
Los toques iniciales de tumbadoras, clave y bongó marcan el breve openning del disco y de su primer corte –Químbara, del joven compositor boricua Junior Cepeda con arreglo de Felipe Yañez-, anticipan lo que representará esta guaracha-conga en la carrera de Celia a partir de ese momento, como si la intacta brillantez de su registro vocal decidiera plantar bandera de nuevo, desafiar la lógica en fiero diálogo con la percusión, haciendo gala de sus dones para las inspiraciones montuneras. Desde que Fania, bajo su sub-sello Vaya Records, lanzara el sencillo durante la primera mitad de 1974, Químbara demostró su potencial en la voz de Celia y fue la punta de lanza en la conquista no solo del mercado, sino de las legiones de jóvenes latinos que ya formaban la fanaticada del movimiento salsero, principalmente en Nueva York, y de renovación de lealtades de quienes la seguían desde sus tiempos con La Sonora Matancera. Del resto de los temas, la mayoría corresponden a compositores cubanos: el son montuno Canto a La Habana (Alberto Castillo), renovado en letra y parte de su esencia respecto al original de Pío Leyva con la orquesta Sable de Cuba de Bebo Valdés; el bolero Vieja luna (Orlando de la Rosa), un clásico cubano del género, que en voz de Celia propone nuevos valores; Lo tuyo es mental, de la entonces emergente y joven compositora Anam Munar; El paso del mulo (Rey Díaz Calvet); pero le siguen otros: de Perú, Toro mata, tradicional afroperuano rescatado por el folklorista Caitro Soto, con arreglo de Pacheco en clave de guaracha, convertido también en un tema popularísimo en la voz de Celia; de Puerto Rico y su tradición popular El pregón del pescador y dos temas del prolífico Catalino “Tite Curet”: Tengo el iddé y No Mercedes; y de República Dominicana, El tumbao y Celia, firmado por Johnny Pacheco, quien lo canta junto con Celia.
La carátula del álbum proponía una imagen renovada de Celia, desde un estilismo que la inscribía en las corrientes reivindicativas de los orígenes étnicos defendidas en aquel tiempo, de maneras diferentes, por el movimiento hippie y el black power, pero que entroncaba también con ciertas construcciones narrativas de cara a las audiencias norteamericanas no latinas, ni caribeñas, ideadas por Jerry Masucci acerca del origen de la música que estremecía al Nueva York latino –la llamada salsa-, que se obstinaba en ubicar exclusivamente en África su antecedente inmediato.
A poco más de un año del lanzamiento del su primer album conjunto, Celia y Pacheco recibían el Disco de Oro por las ventas de este disco que, con el tiempo, ha sido considerado un clásico en la discografía de la llamada salsa y de la propia Celia. Pero un reconocimiento mayor llegaría casi 40 años después al ser elegido para integrar el Registro Nacional de Grabaciones de los Estados Unidos (National Recording Registry), un programa-repositorio de la Biblioteca del Congreso. ¿Es importante esta elección? ¡Por supuesto que sí!
El National Recording Registry (RNG)
Cada año, desde 2002, la Junta Nacional de Preservación de Grabaciones (NRPB, por sus siglas en inglés) y miembros del público nominan para integrar el Registro Nacional de Grabaciones a aquellas fijaciones o registros sonoros que se consideran cultural, histórica o estéticamente importantes y representativos. La profundidad y amplitud de las nominaciones recibidas y de las 25 grabaciones que son elegidas cada año resalta la riqueza y diversidad del legado sonoro de las comunidades que han habitado y habitan en su territorio, y subraya la importancia de asegurar la preservación a largo plazo de ese legado para las generaciones futuras.
En la actualidad, el Registro Nacional de Grabaciones se compone de 600 obras/títulos, donde se incluyen, acontecimientos sonoros tan disímiles e importantes como las primeras grabaciones realizadas en 1890 por Jesse Walter Fewkes con la tribu nativa norteamericana Passamaquoddy, consideradas las primeras grabaciones de campo con fines etnográficos a nivel mundial; la grabación en cilindro de cera, realizada por Thomas Edison en 1888-1889 de Pattison Waltz; Vesti la giubba de la ópera Pagliacci por Enrico Caruso en 1907; piezas de ragtimes grabados cerca de 1900 en rollos de pianola por Scott Joplin, hasta las primeras grabaciones de Stardust por Hoagy Carmichael y de Stormy Weather por Ethel Waters; la primera versión radial de Who’s on First, de Abott y Costello en 1938; Over the Rainbow por Judy Garland en 1939, St. Louis Blues por Handy’s Memphis Blue Band en 1921; Strange Fruit por Billie Holiday de 1939, Rhapsody in Blue por Paul Whiteman y su banda.
Las canciones más representativas de la contribución afroamericana y anglosajona a la cultura nacional, entre ellas, Respect por Aretha Franklin y Mississippi Goddam por Nina Simone; los álbumes Calypso, de Harry Belafonte, Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, de The Beatles, A Love Supreme, de John Coltrane, People de Barbra Streissand, Thriller, de Michael Jackson y Private Dancer de Tina Turner; Bohemian Rhapsody, de Queen, Imagine por John Lennon, la banda sonora de Stars War por John Williams, y grabaciones importantes de Louis Armstrong, Bessie Smith, Ray Charles, Nat King Cole, Duke Ellington, Bing Crosby, Bob Dylan, Led Zeppelin, Madonna, los raperos Queen Latifah, Tupac Shakur, Dr.Dre, Jay-Z, y muchísimos otros influyentes músicos y cantantes norteamericanos.
Los discursos presidenciales más relevantes, las transmisiones de la Apollo 11 desde la luna, hasta documentos sonoros considerados históricos en las luchas de los afroamericanos por los derechos civiles el trascendental discurso conocido como I have a dream del Rev. Martin Luther King en 1963 y la canción A Change is Gonna Come, de Sam Cooke, grabada un año después, hasta la transmisión de la estación radial pública de Nueva York durante el ataque a las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001, entre otros.
El Registro Nacional de Grabaciones es la historia de los Estados Unidos conservada a través de sus sonidos. Los criterios de selección s se orientan a ser interpretados en un sentido amplio, de modo que el mayor número posible de grabaciones resulten elegibles. Las grabaciones pueden ser un solo elemento o un grupo de elementos relacionados; publicado o inédito; y puede contener música, no música, palabra hablada o sonido de emisión. Las grabaciones son elegibles para su inclusión en el RNG transcurridos diez años de su creación o realización.
Discos y grabaciones en español y/o de músicos hispanos o latinos también han sido elegidas, teniendo en cuenta no solo la presencia de estas comunidades en el territorio norteamericano sino también la preeminencia de las casas discográficas norteamericanas en los registros sonoros en el Caribe y Latinoamérica a lo largo de la historia, desde las primeras grabaciones de Mariachi por el Cuarteto Coculense en 1908-1909; la famosa O Que e que a Bahiana tem, por la brasilera Carmen Miranda grabada en 1938; hasta el álbum Abraxas, de Santana y Gasolina de Daddy Yankee.
Música y músicos cubanos en el Registro Nacional de Grabaciones de USA
La música cubana y su impacto en ciertas zonas de la cultura popular en Estados Unidos está representada en el RNG, como no podía ser de otra manera. El clásico del jazz afrocubano y de Chano Pozo Manteca en la grabación original realizada en Nueva York en 1947 por la banda de Dizzy Gillespie con Chano Pozo en las tumbadoras es el primer registro de una obra cubana en ser incluído en el RNG, en 2004. Un año después entran las grabaciones de El Manisero (Moisés Simons) realizadas por Rita Montaner en 1927 y por Antonio Machín con la Orquesta Havana Casino de Don Azpiazu en 1930 fueron los primeros registros sonoros de músicos cubanos y de una canción cubana para el importante listado. Un disco sumamente representativo de las interinfluencias musicales y culturales entre Estados Unidos y Cuba es Descargas: Cuban Jam Session in Miniature, del gran Israel López Cachao, grabado enteramente por músicos cubanos altamente influídos por los grandes genios del jam y la improvisación en el jazz, pero capaces de llevarlas, como lo hicieron, a los ritmos autóctonos cubanos –la guaracha, el son montuno, la rumba, el mambo- con el virtuosismo de los verdaderos maestros. El álbum grabado por Cachao y su Ritmo Caliente en La Habana de 1957, fue incluído en el RNG en 2012. La canción Rhythm is Gonna Get You por Gloria Estefan y Miami Sound Machine, un clásico del crossover-latin pop ingresó a la prominente lista en 2017. Cinco años después, en 2022 el mundialmente exitoso álbum Buena Vista Social Club es incluído en el RNG.
Otras grabaciones de músicos caribeños tienen una fuerte impronta cubana: el álbum Dance Mania, grabado en 1958 por Tito Puente es la primera grabación latina en ser incluída en el RNG, como parte de la selección inaugural de la importante lista. En él, tres cortes corresponden a obras de compositores cubanos: los guaguancós Complicación y Agua limpia todo, del percusionista y compositor cubano Francisco Aguabella y el bolero Siempre estoy junto a ti, de Pepé Delgado. En 2009 es elegido el álbum Azúcar pa’ti, del pianista Eddie Palmieri, cantando Ismael Quintana, donde incluye Mi soncito, composición de la cubana Isabel Valdés, cuya grabación original la hizo La Guarachera de Cuba con La Sonora Matancera el 14 de octubre de 1955 en La Habana, y publicada por Seeco Records en el album Canta Celia Cruz (Celia Cruz Sings)(SCLP-9067).
Celia & Johnny fue el cuarto fonograma de músicos cubanos en entrar en el Registro, con su inclusión en 2013, a 39 años de su grabación y puesta en el mercado. Para Celia sería el segundo como participante dentro del Registro Nacional de Grabaciones, pues con Diosa del Ritmo (Johnny Pacheco) y Bemba Colorá, del compositor cubano José Claro Fumero, figura en los volúmenes 1 y 2 de Live at Yankee Stadium, de Fania All Stars, que fue sumado al RGN en 2003. El álbum fue grabado en directo y prensado mezclando registros originales de los conciertos del Yankee Stadium y el Coliseo Roberto Clemente en San Juan, Puerto Rico, y en él participaron otros cubanos: el gran percusionista Mongo Santamaría y el cantante Justo Betancourt. Celia no alcanzó a ver y celebrar este alto reconocimiento que, como otros, valida el calado de su aportación a la condición multicultural de ese país, como tampoco pudo hacerlo Junior Cepeda, el joven boricua de 25 años que compuso la obra más importante en este disco –Químbara– y que fuera baleado mortalmente por su propia pareja días antes del lanzamiento del disco.
Grabado en los Good Vibration Studios en Nueva York, con Pacheco en la supervisión de grabación, producción ejecutiva de Jerry Masucci, ingeniería de sonido a cargo de Jon Fausty, y fotografía y diseño de los experimentados Lee Marsall y Ron Levine, respectivamente, Celia & Johnny, en todo caso, se consolidó con el paso del tiempo, como uno de las grabaciones insignias de la llamada salsa y entre las más importantes en la discografía de Celia Cruz, un claro ejemplo de la capacidad de los géneros fundamentales de la música cubana para regenerarse desde influencias propias y externas, preservando su identidad y esencia, más allá del afán de renombrarlos o de escamotear su verdadero lugar y su calado en la cultura musical del Caribe y de América. En este álbum la colaboración entre técnicos y músicos cubanos, dominicanos, puertorriqueños, mexicanos y norteamericanos así lo demuestra.