Por Jaime Masó Torres
Uno de los temas imprescindibles en el repertorio de la Guarachera de Cuba fue el célebre Bemba colorá, del compositor José Claro Fumero. La pieza, cantada en todo el mundo, no solamente permitía el intercambio con su público a pesar de las barreras idiomáticas, sino que también le brindaba a la intérprete la oportunidad de demostrar sus dotes de improvisadora:
Hermano mío quisiera/ ya que me voy a marchar
que no vayan a olvidar/ a esta humilde guarachera.
Ya ven, yo me entrego entera / en un manto de capuz.
Y así que brille la luz / de la dignidad del hombre.
Por dios, no olviden mi nombre / yo me llamo Celia Cruz.
Son esos últimos versos, justamente, los que nos dan pie para aclarar un error frecuente respecto a su verdadero nombre.
¿Úrsula? ¿Hilaria?
A partir de la muerte de la cantante en 2003 comenzaron a difundirse reseñas, artículos y reportajes que analizaban su extraordinario legado musical. Aun hoy, en diversos materiales audiovisuales que circulan por internet, persiste dicha equivocación.
Si bien era común que a muchos nacidos en las primeras décadas del siglo XX en Cuba se les nombrara según el santo del día, esto no constituía una regla general. El hecho de que Celia naciera el 21 de octubre —fecha en que la Iglesia católica conmemora a San Hilarión Abad y a Santa Úrsula— “justifica”, en parte, la construcción del larguísimo nombre que nunca tuvo: Úrsula Hilaria Celia de la Santísima Trinidad…
La historiadora musical Rosa Marquetti abordó este mismo tema desde las páginas del Diario de las Américas en octubre de 2022 y lo hizo, como es su estilo, apoyándose en datos oficiales que aparecen tanto en el Registro Civil de la República de Cuba como en la Certificación de Inscripción de Nacimiento, entre otros documentos.
El nombre verdadero y correcto es, sencillamente: Celia Caridad Cruz y Alfonso. Por tanto, no hay razón, ni sustento documental para cometer la misma falta una y otra vez.
Ni Úrsula ni Hilaria. Su nombre es Celia, la bandera que canta y, para el mundo: ¡La Reina!
